Un vehículo color púrpura, de muchas ruedas, cubrió la ruta Medellín – Santa Bárbara para llevar 600 piernas y 300 corazones vestidos de ciclistas para entregar sonrisas y solidaridad a este municipio del suroeste antioqueño.
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La cita fue en Mercados del Río. Fue allí el punto de partida para que un grupo de deportistas aficionados emprendiera una caravana camino hacia Santa Bárbara. Ese pueblo a borde de carretera de puertas siempre abiertas que hoy pasa por un momento difícil de cuenta de la temporada de lluvias y que cambió la rutina de sus domingos para recibir visitantes de dos ruedas.
El lote se extendió primero por la Avenida regional camino al sur, tomó la variante al Municipio de Caldas y ascendió los 8.9 kilómetros del Alto de Minas que son destino obligado de los amantes de las bielas en Antioquia. Un tramo que fue la cuota de sufrimiento y pulsaciones altas que trajo como recompensa una pausa en Versalles al calor de las delicias de este corregimiento que da la bienvenida con almojábanas, buñuelos, pan de quesos y otros amasijos que son trofeo cuando se llega a un puerto mítico.
Unos cuantos kilómetros después llegó el grupo a su destino para encontrarse con los productos y delicias de esta zona que tiene esa mezcla bella entre lo propio de la tierra fría y la tierra caliente y que destaca entre las montañas por la bondad y generosidad de su gente que ha sostenido su sonrisa a pesar del duro tramo por el que pasan.
El ciclismo, como la vida, es un viaje en el que a simple vista pedaleamos solos. Pero que permite, si se va en equipo, ponerle rueda al que lo necesita, marcarle el paso y, si es necesario, darle un empujón cuando las piernas no dan más.
Una bici, como un puente, puede juntar voluntades, empresas y corazones alrededor de una buena causa que se vuelve la mejor de las cimas.