5 lecciones que me dejó correr una maratón

5 lecciones que me dejó correr una maratón

La graduación del atleta viene cargada de aprendizajes, anécdotas y la victoria eterna de haber conseguido recorrer a zancadas 42.196 kilómetros de distancia. En este reto se ubican quienes deciden pasar 3, 4 o más horas entregando pasos al asfalto para guardarse la medalla en el alma.

 En mi caso, debuté en la Maratón de Miami dos meses después de completar el IronMan 70.3 de Cartagena. Aquí comparto los 5 aprendizajes que me dejó la primera maratón.

  1. Correr en negativo

Esto es, en resumen, correr con estrategia. Hasta el momento, siempre había corrido las carreras de todo tipo movido por las sensaciones y uno que otro plan de apretar el paso aquí o allá. Pero esta fue la primera vez que tracé con mi entrenador un derrotero de ritmos, intensidades y segmentos que podríamos llamar “Correr en negativo”.

 

Esta estrategia consiste, si habláramos de fútbol, en entregarle la pelota al rival y ganar el partido en el segundo tiempo cuando esté cansado. Hablando de running consiste en comenzar por debajo del ritmo esperado (es decir más lento) y realizar diferentes bloques con cambios de ritmo que están por encima y por debajo del umbral para llegar al final del recorrido con piernas para rematar y cumplir con el plan.

 

  1. El choque contra el muro

El muro es lugar común en las conversaciones sobre la maratón, y seguro a cada uno ese fantasma se le aparece en la cabeza, en las piernas o en el estómago. En mi caso, después del kilómetro 30, comenzaron a alarmarme dolencias que nunca tuve en el proceso de entrenamiento, la mente empezó a sentir el desespero por terminar y las piernas dejaron de responder con velocidad.

 

Esta pared, como la vida misma, hay que atravesarla con los recursos que tengamos a mano. En mi caso acudiendo a la concentración máxima, recordando cada palabra de aliento de los míos y llevando la carga junto al amigo con que tuve la oportunidad de recorrer cada metro. Al muro hay que vencerlo con las piernas, a puñetazos, con las uñas, a patadas o con el corazón.  Cada kilómetro, los que se hacen sencillos y los que no, hay que abrazarlos con cariño o afrontarlos con coraje. Todo paso que damos cuenta.

 

  1. Lo importante es el detalle

La corta y la media distancia no revelan tanto como la maratón la importancia de los detalles. En un punto empiezan a sumar, o restar, el tipo de tela que se lleva puesta, las medias, las zapatillas y hasta el peso del reloj.

 

En mi caso, después del kilómetro 25, lamenté no haberme aplicado cremas en algunos partes donde aparecieron rozaduras. Sí, allá. Y también en la cara interna de los bíceps. Descuidar esos detalles significará raspones, quemaduras y hasta un posible motivo para tirar la toalla.

 

  1. La comida

Este paso es fundamental, fue fundamental. La planeación de la alimentación del antes y el durante marca la pauta en asuntos tan importantes como el rendimiento, las dolencias estomacales y los calambres. Es necesario pensar con detalle qué se va a comer en los días previos y qué irá en cada momento de la carrera.

 

Para ello es bueno acudir a un profesional que nos permita determinar cuánta sal y carbohidrato necesitamos en este camino. En muchos casos la imagen del atleta llegando a la meta desparramado tiene que ver con una mala alimentación detrás de esa fotografía que para algunos puede resultar épica, pero que en la realidad es evidencia de irresponsabilidad y daño excesivo al cuerpo.

 

En la línea de los detalles también hay que pensar en la indumentaria y accesorios que nos permiten llevar comida. Las pantalonetas con bolsillos en la parte posterior y los porta números son una buena y cómoda opción.

 

  1. La maratón llama

 

Corriendo el kilómetro 32-33 pensé que quizás había estado de más pedirle a mi cuerpo semejante esfuerzo. 10 kilómetros después el mar de dudas se despejó. Sin embargo, quedó en mí la certeza de que esta es una distancia a la que hay que abordar con respeto y amor propio.

Estamos hablando de pedirle a las piernas muchas horas de impacto continuo, de sol o lluvia prolongados y de cientos de emociones que pueden ir desde la ira hasta la euforia.

Hay que dejar que la maratón llame, que la intuición, la experiencia y los profesionales que nos acompañen nos den el aval. Hay que sumar kilómetros, carreras cortas, medias maratones y algunos años para afrontar este reto. Acelerar este proceso puede significar debut y despedida de esta historia que muchos quieren contar.