Carta a mamá
Hola, má.
Sé que a veces me voy muy lejos, o estoy lejos de casa, y trato de correr muy lejos. Es verdad que uso más ropa de lo normal, que te despierto cuando aún no sale el sol, que lo que hago parece difícil de entender y que tus nervios se ponen a prueba en cada locura que hago.
¿Pero quién fue mi primera entrenadora? Esos primeros pasos, quizás de la sala al comedor, fueron la primera carrera que me viste terminar.
También has sido la nutricionista que le dio energía a mis mañanas, la consejera que me ayuda a llevar los sufrimientos y la cómplice que hace más fácil seguir por el camino. A veces, por mirar el reloj más de la cuenta, olvido que eres quien hace posible que el tiempo alcance para todo.
Gracias por la vida que me permite vivir esta pasión, por la bendición cuando cruzo la puerta, por las veces en que curaste mis heridas. Cuando me falten las fuerzas para llegar a la meta te prometo poner las piernas, tú ya has puesto el corazón. No habrá medalla más brillante que un abrazo tuyo al llegar.
Se que a veces me voy muy lejos. Pero siempre trato de ir más rápido para volver a ti, mamá.
Feliz día.