Selecto 14 – Como en un tango.

Selecto 14 – Como en un tango.

Corriendo cada uno va con su cabeza, pensamientos y su banda sonora. Es quizás el mecanismo que uno encuentra para sufrir menos, para escapar del mundo o para motivarse a continuar. A alguno le sonará un “Welcome to the jungle”, otro pensará en “Candela” de Buenavista Social Club, no faltará al que le retumbe un insufrible “tumpa-tumpa”. Yo, desde hace unas semanas venía con un tango resonando en mi diálogo interno cuyo nombre procuraré evitar hasta la última línea. Así, en una de esas, sobrevivimos los dos a este relato completo.

La canción versa que el “parpadeo de las luces van marcando el retorno”. La carrera fue de noche, y unas linternas señalaban el trayecto, así mismo las luces de la ciudad, tenues o potentes, amarillas o blancas, decoraron el asfalto y las aceras. También aparecieron voces al unísono repitiendo “vamos” como cantos de guerra, como nervios desbordados, como empujones invisibles cargados de energía.

Y “bajo el burlón mirar de las estrellas”, en un marzo no cualquiera, se nos dio una carrera de atletismo presencial. Como si fuera el principio del fin de estos meses que recordaremos como esos sueños extraños de los que despertamos sin saber muy claro si pintó pesadilla o algo lindo.  El cielo de ese sábado podrá contar que se volvieron a encontrar los sudores, los nervios, las zancadas y el calor de 80 deportistas aficionados que se dieron cita para repasar eso que se siente cuando se compite con otros hombros al lado, con el conteo regresivo del público y con la cinta que se reserva para el que llega primero a la meta.

Habrá que hacer una justa pausa para agradecer a quienes organizaron y corrieron actividades virtuales. Fue bonito, sí. Pero el “like” o el “kudo” no abrazan como lo hacen los amigos al final del camino. Gracias por ser la escena en que pudimos no volvernos tan locos en medio de un tiempo que estuvo a puntos de, parafraseando al tango, “platearnos las sienes”.

Vimos otra vez los brincos ansiosos de los rivales antes del inicio, las zapatillas de moda, al que le gusta usar manguillas, el llanto del que tuvo mala noche, al tipo aplicándose la bendición al empezar, al entrenador alentando en cada vuelta, a la familia con el perro, el beso del final, las bolsas de agua en el suelo y las espaldas que rebasan o son rebasadas. Selecto 14, y quienes lo crearon, nos llevaron de nuevo ahí, a ese lugar que se extrañó y para que el que nos preparamos entre encierros, mascarillas, corridas en sitios improvisados e incertidumbre.

Ojalá, sea el principio del fin. Y si no es así, déjenos celebrar cinco minutos que hubo carrera presencial, creada para gente que se recorren la vida a zancadas y que, como si se tratara de una gala lujosa, acudieron al evento con todas las pompas para dejar el aliento en 10 kilómetros de exigencia, dolor, temblores y felicidad.  Los que corrieron, los que la vieron, los que se la inventaron le ganaron una partida a esta pandemia que nos quitó tanto.

También vale la pena hablar de lo netamente deportivo. Fue una competencia hecha para  corredores ágiles y aguerridos; a la que se podía entraba con el palmarés de haber cubierto los diez kilómetros antes de 48 minutos. Un encuentro para gente rápida de piernas y de corazón. En varones el primero detuvo el reloj a los 34 minutos y en las damas la ganadora hizo lo propio a los 42 minutos. Sabrá Dios qué canción sonará en esas cabezas veloces.

Yo por lo pronto sé que, como el nombre del tango, supimos Volver, volver a correr con todas sus letras.

                                                                            Cristian Marín-Corriente Alterna.