Talento de barrio

Tiene eso tan propio de los cracks, el desparpajo con la pelota, los pies ágiles de los que bailan salsa en una esquina, el estómago que se permite cervezas un sábado y aun así ganar el domingo y la fascinación por las calles de su barrio.

Camilo Betancur Zapata es, ante todo, un exagerado en eso de ser de Fátima. Alardea de sus calles, sus fiestas y su gente como si no hubiera un mejor vividero en la tierra. Y cómo no, si allí nació y aún vive. Las polvaredas de su gueto lo vieron jugar a la pelota, romper alguna ventana vecina, ganarse jalones de oreja en la escuela barrial, ir a misa los domingos, saludar a los que se hacen en la tienda de siempre y correr.

Y así, como en las historias repetidas se escuchan en las comunas de Medellín, este es uno de esos tipos a quienes un ligamento se les cruzó en el Sueño del Pibe. Y la fantasía de jugar con los de verde se quedó para siempre en las tribunas. Pero por fortuna Luz María, una de las tías, le había sembrado desde niño la curiosidad por el atletismo y una conversación de esas con que se ocupa el tiempo en la calle lo retó a hacer su primera media maratón a los 19 años sin dimensionar la que se le venía. La fortuna estuvo en que años después, ya curtido en sufrimientos sobre el asfalto y en el empirismo del que se las creyó saber todas, supo combinar el talento con disciplina y ya ha levantado más de un metal en el mundo de las carreras aficionados.  Con un par de zapatillas encontró la manera de convertir goles en kilómetros.

“Pinky”, como le dicen los amigos, se ha mandado ya cinco maratones. Cada una mejor que la otra. De la última recogió la ilusión de cruzar el charco para traerse en el equipaje la clasificación a Boston. Viajó con una marca personal de 3 horas y 18 minutos y necesita detener el reloj por debajo de las 3 horas para cumplir el sueño que construyó junto a “Barbas”, el correligionario que le puso la vida para estas batallas y con quien ha compartido las enseñanzas que han recibido de pertenecer al equipo de atletismo de Terret y en Dynamic TRI.

A Europa se fue como van los que tienen el cuero curtido en la barriada, haciendo rifas con los conocidos y amigos, empacando sánduches en aluminio para no perder las sanas costumbres del paseo, con la bendición de mamá, la nostalgia eterna por Esaú su abuelo, el escapulario del tío abuelo y la promesa de algún bullicio con que celebran las familias que brindan por las victorias, los empates y los fracasos. Lleva también, de Fátima a Berlín, la camiseta con la bandera de Colombia estampada y con los nombres de personas que ya terminaron su carrera de la vida y que los extrañan en ese pedazo del mapa de Medellín.

Camilo, el que tiene eso que tienen los cracks, le va a cumplir la cita que le reservan a los que tienen en el alma el talento de barrio.

 

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Cristian Marín - Corriente Alterna


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