Cuál es el tope de ir “a tope”
Hablemos de frases. Decimos constantemente que “el cielo es el límite”, que debemos “darlo todo”, le gritamos a la tribuna a los futbolistas que dejen “la vida en la cancha por los colores” y, mi favorita, nos arengamos con fuerza unos a otros con furibundos “a tope”. Les escribe alguien que tiene tatuadas esas máximas en el alma, que se las dice y las dice, que entrega cada gota de sudor en cada brazada, zancada y pedalazo, pero que quiere vivir muchos años para seguir sumando kilómetros.
Pero me ha surgido la pregunta, cuál es la línea entra la sana locura que rompe esquemas, vence los miedos y crea buenos recuerdos como medallas y la irresponsabilidad que nos puede llevar, en el menos peor de los casos, a una lesión y que, en ocasiones ha cobrado la vida de quienes no distinguen en lugar donde hay que parar.
Este cuestionamiento me llegó por la reciente noticia que relató la muerte de 21 corredores en una competencia en China a causa de una tormenta[i]. Una de las razones principales de esta tragedia fue la imprudencia de atletas y organizadores que, sabiendo que el pronóstico del estado del tiempo anticipaba tormenta, decidieron seguir adelante con el evento.
Y eso me sonó conocido a las veces en que a veces me monto sobre la bici con la carretera empapada, o cuando celebro porque “se me fue la mano” subiendo alguna loma o romantizo alguna caída diciendo que son “aprendizajes”.
Es por esta razón que escribo esto como una especie de auto llamado de atención a la mesura, a buscar que encontremos la manera de siempre volver a casa después de un entrenamiento o una competencia y a que comprendamos que los que hacemos parte del mundo del deporte aficionado tenemos un abrazo esperándonos en casa y, ojalá, muchos años para seguir disfrutando de estas pasiones.
Bajémosle al odio a esa zona
Nos acostumbramos a satanizar a la Zona de confort, la vemos como la enemiga, la volvimos innombrable, prohibida. Pero para los entendidos, no siempre tenemos que estar en zona cinco, ni sufrir. Es válido trotar sin mirar los números, rodar con los vatios bajitos y la conversación activa y tirarnos agua en la piscina.
Contar con profesionales de la salud
Quienes practicamos deporte con regularidad necesitamos una red de apoyo alrededor, si bien no somos profesionales sí llevamos nuestro cuerpo a niveles de exigencia que nos pueden lesionar. Confiemos en nuestro entrenador, avisemos a tiempo sobre cualquier dolencia y tengamos en el directorio un nutricionista y un fisioterapeuta de confianza.
Hay que hacerse chequeos con regularidad, no solo los test de 5k o el FTP, vale la pena darle una mirada a cómo están los números del corazón.
Clima
El beso bajo la lluvia es lindo, jugar en medio del aguacero nos remonta a la infancia y correr entre el frío nos puede hacer sentir protagonistas de alguna de las de Rocky. Pero descarguemos una buena app del estado del tiempo para que un resbalón no nos devuelva a casa con algún hueso roto o alguna otra mala historia que contar. La épica se vale, pero también podemos disfrutar de entrenar en casa cuando los nubarrones se oponen.
Alimentación
Me es común ver amigos y verme a mí saliendo a entrenar sin comer lo que corresponde para una sesión de entrenamiento porque ese día “me quiero castigar” para quemar más calorías. No ingerir lo que necesitamos nos puede costar caro. Por ejemplo, con una buena hidratación evitamos que un golpe de calor nos pase factura en un día soleado y terminemos con el suero en las venas.
Sobre entrenamiento
Si el profe dice “suave”, démosle suave. Muchas veces nos sentimos fuertes, o creemos que porque no transpiramos mucho “salimos a nada”. Es necesario comprender que el cuerpo necesita de estas sesiones de menor intensidad para trabajar en otras habilidades como la fuerza y la resistencia.
Y, aunque suene obvio, cuando es día de descanso hay que tomárselo en serio. Me ha pasado y les ha pasado a muchos de mis amigos cercanos que nos enfrentamos a lesiones evitables por no respetar este punto.
Reconocer los límites
Por último, y sin el ánimo de cohibir u ofender, es necesario reconocer con humildad y sensatez cuál es nuestro techo, cuáles son nuestros límites, cuál es nuestra pulsación segura, a qué velocidad podemos bajar en la bici y qué tan rápido pueden ir las piernas. Después de reconocer esto, a disfrutar del cuerpo que tenemos, a llegar a los lugares que sabemos que puede llegar y a cruzar las metas que le esperan.
Volviendo a las frases, Ígor Stravinsky decía “entre más me limito, más me libero”. Encontremos la magia que hay en saber cuál es el tope de ir a tope y ser felices.
[i] https://www.dw.com/es/china-un-pastor-ovejero-le-salv%C3%B3-la-vida-a-seis-competidores-en-la-tr%C3%A1gica-ultramarat%C3%B3n/a-57658571
Cristian Marín - Corriente Alterna